Una especie de pérdida constante del nivel normal de la realidad.


El Pesa-nervios, Antonin Artaud


sábado, 13 de junio de 2009

LOS VUELOS PERDIDOS

A Álvaro Guijarro

Lo intentamos todo sin escrúpulos de poeta ni guía, porque el sol deslumbra como una columna de mármol en un suelo de matorrales secos; abrimos el grifo y un nudo marrón nos abriga el cuello: los sueños más profundos se tienen a mediodía.

Salimos de la arena, como felinos que le temen a las olas de la agonía, y nos damos cuenta del error:

las heridas de la visión no cicatrizan nunca.

Y ahora, con la boca abierta de una serpiente a punto de comerse una máquina de escribir, lo dejamos todo al aire, lo despedimos cabizbajos y ocupamos el atardecer de todos los silencios rotos, de todos los vuelos perdidos.

Las hojas en blanco nos rodean y nos van cortando -el vacío de lo que no tiene pulso- y alcanzan el corazón y llega un momento en que hay que confundir palabras con gestos, y respirar futuro, y descansar del tiempo.

Así llega el sudor frío hasta mis manos, y yo me baño en él como en un aguacero de sombras, y me dejo caer en la noche enmascarada de tus versos.


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