Una especie de pérdida constante del nivel normal de la realidad.


El Pesa-nervios, Antonin Artaud


jueves, 13 de agosto de 2009

HIBERNAR

Siente la ondulación, la ondulación, no puedes dejar de mirarla cuando se te ha colocado delante y entona la canción con silbiditos y palmadas. La cosa está muy mal, ya lo creo, mientras miras la luna como un foco. Una visión actualizada de hecho no pienso abrir el correo, por el momento; un brindis. La mejoría es evidente sobre todo en la garganta, que antes me dolía, quiero decir, que antes tenía dolores de garganta, pero ya no, porque las pastillas han hecho su efecto devastador, Hiroshima en potencia, ¿no? Eso me dijeron, y yo lo creí, ¡iluso de mí! Ya no puedo creer en nada, ya no espero creer en nada, ya no quiero creer en nada. Creer y morir. En eso consistía el ciclo vital, me dijeron. Sí, por más que le dé vueltas fue eso lo que me dijeron aquella mañana de abril cuando las mariposas emprendían su viaje allende los mares en busca de biberones para las mujeres y los niños mariposa. Vaya tontería, todo el mundo sabe que los ratones tienen banda de música propia: así sabemos tocar algunos cordófonos, gracias al tacto amable y peludo de los roedores que acorralan nuestra existencia. Parecen pequeños, ciertamente, pero también profesan extrañas religiones en las que veneran a dioses multicolores, con zapatillas de andar por casa, y canciones relamidas, y celebran banquetes sin coros ni juergas, porque llevan collares negro como azabache -qué poco original-, negros como betún -sigo igual de poco inspirado-, negros como el tizón -esto no mejora-. Un día después me comunicaron que los cargamentos de menta habían sufrido un trágico accidente: noventa heridos de bala, sesenta muertos de goma, treinta ataques al viento, doce insultos proferidos en voz alta delante de señoritas de dudosa tradición laboral. Así van los tiempos, cambiando como las estaciones o la fauna del bosque: la lechuza ha tenido gemelos, el oso hormiguero abrió una marisquería para aprovechar el boom urbanístico, etcétera.
¿Y lo demás? Tirando, ya se sabe. Posdata: con cariño, vuestra madre que os adora.

1 comentario:

Piedad dijo...

negros como carbón - anda que yo, ¡deleznable!