Una especie de pérdida constante del nivel normal de la realidad.


El Pesa-nervios, Antonin Artaud


viernes, 13 de marzo de 2009

CURIOSIDADES

Realmente es curioso, ¿verdad?, ver cómo todo lo que hacíamos se nos vuelve de repente en contra, como si las páginas de un libro que despreciamos nos engulleran y evitaran el contacto con lo que nos rodea: el viernes por la tarde, un paseo por cualquier parque más o menos libre de cascotes, la contemplación de un general asfixiado por un jilguero, la sensualidad de las teclas mientras escribo, la sensación furtiva pero inquietante de que puedo ser portador del VIH, etc.

Es curioso ver cómo la prensa y la opinión pública no se preocupan -o, mejor dicho, confunden el punto de atención- de casos como el de el joven que acaba de asesinar en Alemania a varios alumnos de su ex-centro.

Ya reflexioné sobre Pekka Erik Auvinen en un artículo para la revista "La caja de música", revista del Conservatorio Joaquín Turina, y lo vuelvo a repetir: en ambos sucesos [el de Auvinen y el de este estudiante alemán] hay una historia antes y una historia después de los crímenes (aunque me resisto a llamarlos así).

Y el principal problema es que los juicios que se emiten desde la opinión pública, prensa, etc. sólo se ocupan de la historia a posteriori. A mi entender, estos juicios son, por tanto, inválidos, y carecen de todo sentido.

Se me puede acusar de miles de cosas, pero hay algo claro: no estoy dispuesto a aceptar que se reconozca que los dos muchachos fueron acosados -con burlas y desprecio- y, acto seguido, se concluya que son criminales.

Yo más bien los veo como ejecutores, es decir, como auténticos restauradores de la pax, que devuelven golpe por golpe cuando nadie [las instituciones, la sociedad, o quien sea] se ha atrevido a hacerlo -quizá porque todos parecen estar del lado de los acosadores.

La historia antes de los asesinatos es la siguiente: un niño es acosado, se burlan de él; traga con todo eso, lo sobrelleva de la mejor manera posible [incluso se dice de él que era muy amable con sus compañeros]... Ahora bien: en un momento de tensión, lleva a cabo sus amenazas. Aprovecha que su padre tiene una armería (y conste que esto es secundario, porque un asesinato lo puede cometer cualquiera con cualquier arma), y acribilla a varias personas de su antiguo colegio. Entonces, ya es el mayor enemigo público; de repente, con un sólo acto -que no difiere tanto del acoso, si tenemos en cuenta que este acoso le ha conducido también al suicidio- se pone en contra de la moral de la sociedad.

¿Por qué?

Creo tener una respuesta, a la que ya he apuntado antes: quizá el acoso -incluso después de muerto- no vino sólo desde su escuela, también, y sobre todo, desde la sociedad, que calló ante su sufrimiento no por desconocimiento, sino por cobardía, ignorancia, y complicidad.




3 comentarios:

Álvaro Guijarro dijo...

Fantástico.

Álvaro Guijarro dijo...

217. CAUSA Y EFECTO

Antes del efecto cree uno en causas distintas que después del efecto.

Tu tocayo en "El Gay Saber".

ayelen :D dijo...

me gusta la forma en que escribis.
la verdad es que el antes no suele tener la importancia que deveria tener a la hora de juzgar y se han visto inumerables casos como estos